Tuesday, October 03, 2006

LA DEMOCRACIA DIRECTA Y EL DEBATE SOBRE GOBERNABILIDAD


Aunque la democracia directa tiende a ser mirada como antítesis del sistema representativo, lo cierto es que gran parte de los países desarrollados la han incorporado dentro sus formulas de juego institucional. Con mayor o menor éxito o intensidad, los plebiscitos, revocatorias, referéndum e iniciativas populares, han sido un punto central en la vida democrática de las naciones y un factor importante de gobernabilidad y legitimación.

Sin embargo, la discusión en América Latina respecto a la real efectividad de estos instrumentos, continúa abierta. A pesar de que sólo México, República Dominicana y El Salvador, no poseen ningún tipo de mecanismo de democracia directa (MDD), el dulce y agraz de las experiencias del continente ha conllevado a un debate casi irreconciliable.

En efecto, sus detractores han argumentado que, a partir de la creciente desconfianza en los partidos políticos y la incapacidad de las instituciones para absorber demandas ciudadanas, los MDD podrían transformarse en instrumentos de legitimación de conductas demagogas que tenderían a cooptar las estructuras representativas de los países. Aunque lo anterior puede estar en lo correcto, - especialmente con la expansión o incorporación constitucional de estos mecanismos en gobiernos neo-populistas como los de Fujimori (1993) o Menem (1994), esto podría rebatirse con exitosas experiencias de referéndum en Uruguay (1996) Colombia (2003) o Brasil (2005).

Y es en esta comparación donde se encuentra el punto clave de la discusión. A pesar de lo que se tiende a manifestar en este tipo de debates, es poco sensato vincular causalmente los mecanismos de democracia directa con los gobiernos populistas de América Latina. Es más, uno de los factores más relevantes para el surgimiento de estos gobiernos, ha sido precisamente la carencia de institucionalidades que conecten las demandas ciudadanas con las autoridades, de representantes políticos que no han sabido dilucidar los intereses de sus constituyentes y de los desencantos y exaltaciones que se generan por no saber escuchar.

Por ello, los estudios sobre gobernabilidad han tendido a sugerir que el fortalecimiento de las instituciones democráticas, debe ser desarrollado mediante partidos políticos fuertes, nacionales y representativos, quienes serían los llamados a canalizar las demandas de la población. Sin embargo, su relevancia debe ser complementada con otros mecanismos democráticos, igualmente institucionales, pero con claro arraigo participativo. En consecuencia, no es buena idea alejar de la discusión sobre gobernabilidad a los mecanismos de democracia directa, sino por el contrario, estos deben ser replanteados como componentes imprescindibles para el fortalecimiento y consolidación de las democracias en América Latina.

El desafío entonces es generar los medios para que los MDD sean conciliables con la gobernabilidad, sin confrontarlos ante las formas de representación institucional, sino que complementarlos con los sistemas presidenciales de nuestro continente. Con ello, podremos conseguir el fortalecimiento democrático de nuestra región.