Tuesday, February 28, 2006

Faro 4 mes 2: Profession Politique


Los invito a conocer una página francesa llamada Profession Politique. Es un excelente sitio que nos va dando luces de lo que está pasando en ese país.

Un abrazo a todos!!

El link es http://www.professionpolitique.info/

Faro 2 Mes 1: Comunicación Política

Para quienes le guste profundizar sobre la tecnicas de comunicación política, la Universidad de Stanford creó tiempo atrás el llamado Political Communication Lab. Es bastante bueno y con mucha información.



El link es

http://pcl.stanford.edu/index.html

Monday, February 27, 2006

Artículo 2: La torta de Bachelet



Una de las grandes virtudes de mi amiga Ximena es el compromiso con las causas que abraza. Y no es aquél compromiso superficial al que estamos acostumbrados, es el de verdad, el con mayúscula, el de sangre y fuego. Es que, aunque comparte las perplejidades y el millón de dudas que cada uno de sus amigos tiene, ella es capaz de canalizarlas en objetivos de construcción sólidos y reales.

Por eso no me sorprendió que su cumpleaños lo celebrara con una torta dedicada a Michelle Bachelet. Sí, como se lee, una torta sin alusión al nombre de la festejada, sin mención al momento, sólo con un trazado de punta a punta que decía “Vota por Bachelet”. Y es que de nadie más podría venir tan inusual idea, ¡De nadie! Ni de los futuros ministros, ni de los asesores. Era de ella, tan o más capaz que cualquiera que puede entrar al gobierno, de ella, como gran profesional y gran persona, de ella, y sólo para sus amigos. Por esto, es que independiente del quiebre casi emocional al que me llevó no encontrar la típica frase de “felicidades+nombre”, todo lo que siguió a la presentación de la torta, me hizo entender el fuerte simbolismo que este tradicional elemento de repostería representaba en la política.

LA TORTA TORTUOSA

Un buen rato contemplé la torta de la Ximena y comprendí esa fuerza visual que nos hace relacionarla desde antaño a hogaño con nuestras más diversas actividades societales, de su relación con las carencias y las riquezas, de su utilización para demostrar desigualdades o equidades. Y es que de cierta forma la torta está presente en nuestra vida social, económica y política desde su raíz etimológica. Algunos filólogos poseen una ligera convicción que la palabra torta es una especie de retroevolución de la palabra “tortuoso”, debido a que la masa es “torcida” y “retorcida” antes de estar lista. De esta forma, se trataría de un sincretismo de tortuosidad y torcimiento, algo muy parecido a lo que, generalmente, nos vemos enfrentados en el mundo de la política.

En efecto, aunque se sabe que la discreción sobre la torta política estará en manos de una sola persona, todos sufren, luchan y conspiran por formar parte de su elaboración. Algunos porque de verdad saben hacerla, otros porque leyendo un par de recetas encuentran algo que decir y los muchos, para poder ser ligeramente reconocidos por el festejado. De todas formas, el empeño es asimétrico y depende de la posición que cada uno se encuentre en los momentos claves, quien pone la guinda puede tener un mayor reconocimiento que aquél que trabaja arduamente en la masa, porque la guinda es lo cúlmine, es lo mediático.

Empero, todo el esfuerzo en elaborarla no es efectivo si a la hora de repartir no se alcanza un buen pedazo. La verdad es que muchos quienes participan en la preparación, no lo hacen por el cariño a la festejada, ni por la convicción de que se trataría de una buena fiesta. Para muchos, solamente es el interés por el trozo más grande y más sabroso. No obstante -como cualquiera que alista tan sólo su interés- ese tipo de persona no es capaz de mirar más allá del ombligo, sin percatarse que a la fiesta puede llegar más gente y con una mayor relación afectiva con la festejada.


DE REPARTO A REPARTIJA

La tremolina se comienza a gestar una vez que se reúnen todos los invitados. Es que aunque se intenten establecer criterios generales, los intereses suelen dominar la forma de repartir la torta política. Algunos exigen su parte como miembros históricos, otros por sus “consabidas” o “no sabidas” dotes técnicas, pocos por su influencia en la festejada y muchos, pero muchos, por sus dotes de “cara´e raja”. Por eso es que en varias ocasiones los criterios se van a las pailas y el reparto deriva en una repartija, la misma que algunos prefieren llamar cuoteo.

Y es en la repartija donde se degenera todo, donde el solícito grupo de personas puede ser desplazado por un tremedal de ineptos, donde el virtuosismo puede ser relegado por la minucia, donde la altivez puede subsumir la humildad. Es en la repartija el óbito del gobierno y en aquello se debe tener la máxima precaución. Como donde la Ximena, enfática y fuerte fue justa en el reparto. Todos entendimos que conseguir un pedazo no era lo más importante, que la torta no era el fin, sino el punto de partida de cuatro horas de buen convivir, de cuatro horas en que podíamos arreglar el mundo en conjunto, de cuatro horas de convicciones y pluralismo.

Era nuestra pequeña torta de Bachelet, el modelo a escala de la que hoy se comienza a poner a prueba, esperemos que quienes prueben de ella velen por el bien común de nuestro pequeño, extraño, pero hermoso país.
Sergio Toro Maureira

Sunday, February 26, 2006

Faro 1 Mes 1: Propuesta de sistema electoral


El año pasado el profesor de la Universidad Católica de Chile, David Altman Olín, elaboró una propuesta bastante seria para reformar el sistema binominal.

El link de la propuesta de David es:

http://www.uc.cl/icp/webcp/papers/Reforma_Sistema_Binominal.pdf

Thursday, February 16, 2006

Artículo 1: El sultán de Coquimbo


Mi señora es una fanática de la historia árabe y persa. Gran parte de nuestra biblioteca la ocupan sus libros sobre el tema. Aunque debo confesar que no los veo mucho, existe uno libro de Nath, “History of Sultanate Architecture” que me llama la atención. Ahí pude descubrir que, en general, los sultanes están asociados a grandes obras. Tal parece que la sensación de poder que entrega esta posición, los hiciera buscar maneras para plasmar su “grandeza” y “distinción” para el disfrute propio.

Muchos sultanes han sido tipos egocéntricos. Les agrada que les pongan adjetivos como “el magnífico” o “el grande”. Gustan mucho de los leones (como Mohamed V y su palacio de 1377 en la Alhambra) y de las mezquitas fastuosas (como Solimán en 1550). Su entorno se encuentra demarcado con imponentes obras que dominan los cuatro puntos cardinales. Todos deben verlas y así todos hablarán de él.

De igual forma, los sultanes se arrogan la totalidad de las facultades para manejar las decisiones. Se sustentan en una legitimidad tradicional que los habitantes le otorgan, o simplemente la clientela del favor entregado. Asimismo, cualquier acción que se emprenda debe ser consultada para su permiso. La racionalidad weberiana no es aplicable, ya que quienes trabajan para el sultán, no son funcionarios, sino súbditos que deben obedecer hasta la orden más desequilibrada.

Por lo general, los sultanes provienen o forman dinastías. Los parientes ocupan puestos relevantes en su dominio y aplican el poder para denostar a quien ose cuestionar el honor de la familia. Por ello, no está en cuestión la sangre que debe ocupar el trono, aunque es frecuente que de esa misma sangre salgan los peores rivales.

El manejo presupuestario fiscal no existe en los sultanatos. Todo ingreso es propio, y su disposición es discreción de quien gobierna. Nadie puede alegar robo o apropiación ilícita, pues todo le pertenece. El dorado exilio en Francia de los Duvalier (que Linz y Stepan catalogan de sultanato) es una demostración de lo aferrados que éstos pueden estar de su patrimonio.

Los sultanes tienen esas reconocidas características. En mi zona existe uno y es de Coquimbo. Se autoproclama “el grande” porque siente que sus obras tienen carácter de epopeya, tiene leones en su palacio y en su reino, construye mezquitas trayendo un artesano de renombre, una especie de “Sinan” contemporáneo. Sus grandes obras dominan los puntos cardinales, es legitimado por su pueblo y es conformante de una dinastía. Sólo espero que tenga claro que los ingresos ¡No le pertenecen!

Sergio Toro Maureira