Wednesday, December 13, 2006

PINOCHET Y EL GOLPE DEL CORAZON



Dicen que la longevidad enferma, es la tortura de la muerte. Si lo asimilaras a tu caso, lo más probable que esta frase podría tener mucho sentido. Por eso, creo, ocurrió lo que te ocurrió. Tu longevidad enferma fue el castigo de tus propios castigos, la revelación perenne de tus fuertes incapacidades. Lo que la vida omite, la muerte lo entrega, señalan algunos. Aunque es raro pensar que esto pueda ocurrir a todos, para bien o para mal, de súbito o de a poco, la inevitabilidad de la muerte compensa lo que los hombres no hicieron en vida.

Tú lo creías y por eso le temías tanto. Sabías que la muerte no te transformaría en héroe, porque ese lugar estaba reservado a quienes desapareciste. Sabías que la muerte te torturaría, al igual como torturaste a muchos de tus compatriotas. Sabías que la muerte no te perdonaría, porque el pedir perdón es un acto de valentía que nunca fuiste capaz de llevarlo a cabo.

Pero, fue tu corazón el que te dio el golpe. Sí, tu corazón, el único órgano de los hombres que se mantiene puro e inocente, que sufre con las perversidades de la mente, que se inquieta ante el temor y la maldad. ¿Raro no? un órgano tan noble, tan puro, te transformó en polvo. La verdad…no es raro…sólo lo noble, lo puro, podía combatir la maldad que llevabas adentro, no éramos nosotros como seres racionales, era el corazón, tan puro como los de Víctor Jara y Jorge Peña, tan noble como los de José Manuel Parada y Manuel Guerrero.

Detestado Pinochet, lo que la justicia terrenal no pudo hacer, la justicia del corazón lo consiguió. No quisiste tierra, porque en tierra están tus fantasmas, te transformaste en polvo, en la insignificancia del polvo...lo único malo…es que contigo se fue aquel noble corazón que nos hizo cerrar la historia viviente más amarga de nuestras vidas.