Cuba no es de nuestros ojos. No es del capitalista ni del comunista, ni del demócrata y ni del autoritario, no es del libertario ni del hegemónico. Cuba es única, un país de revés por donde se lo mire, un país que contradice las contradicciones, que rompe patrones para construir otros, que impone y es impuesto.
Es extraño mirar Cuba con ojos de extranjero, extraño observar los naranjos sin cerco que los cuide, extraño caminar en penumbras sin el miedo citadino. Aunque tengo amigos que defienden la construcción del régimen apologizando sus avances en educación y salud, otros lo detestan y entienden que la restricción de las libertades es el peor castigo a la naturaleza humana. Yo… no lo sé… me contradice lo que quiere su gente con lo que hablamos desde afuera. Por eso quiero compartir con ustedes mis reflexiones estando en la real Cuba años atrás, no en Varadero, no en los Cayos, sino en la Habana, en Caimito, en Trinidad y Santa Clara.
Mi primera parada fue Caimito, un pueblo de no más de 3000 habitantes, lejos de la ciudad y de la playa. Un pueblo rural, que vive del cultivo de naranjos, limones y caña. Es rural como la ruralidad de todos nuestros países. Es asombroso como el campo mantiene perenne su forma de vida, como los regimenes no influyen en la cotidianidad. No es diferente el campo nuestro al de Cuba, al de Nicaragua, al de México, el campo es verdadero, puro y simple, no importa de donde provenga. Su gente es amable y desprendida, lo poco que tienen lo entregan a quien lo necesite. La solidaridad es concepto mas no retórica.
Luego, Trinidad y Santa Clara, bellos y diferentes pueblos. En Trinidad ves la colonia, una villa estancada en el siglo XVII con una belleza imbatible. Las hilanderas trabajan mostrando sus trabajos en la espera que alguien se los compre, no hay apuro, sólo calma. Diferente Santa Clara. Es el pueblo revolucionario, la tierra donde descansa el
Che. Me recuerdo de haber visitado una escuela, hablar con el director y con
algunos pioneritos. Me chocó la capacidad de su educación, pero también me chocó la adjetivación del lenguaje. No creo que sea la forma de educar a nuestros niños, no me gustaría criar a mi hijo culto, pero con el puño en alto. ¡Eso lo vi! y de verdad me impactó. “Recítenle al amigo de Chile”, dijo el director “Ché comandante…Ché Guerrillero” replicaron los niños con ojos de inocencia y voz marcial.
Otros pueblos y ciudades conocí, otras realidades de progreso como los asilos y los hospitales, que nosotros no tenemos. Sin embargo, La Habana fue la que más remeció mis sentidos. Es una ciudad fuerte, sufrida, la ciudad amada por
Hemingway y por
Greene, la ciudad luchada por
Martí. A la Habana llegan todos, los turistas, los empresarios, los conferencistas, es una ciudad abierta para el mundo mas no al mundo. Con ellos llegan las zapatillas, las cámaras fotográficas, el dinero. Por eso la Habana no es como las otras ciudades de Cuba, su gente descubre otras cosas, descubre su no posesión, descubre que lo público ya no es público sino restringido. Hay fricción y se nota, el régimen les entrega mucho, pero también les quita mucho.
Así es Cuba, un pueblo cuya imagen se construye con sus héroes. No es como la China de Mao o la URSS de Stalin pues en ningún rincón se ve a Fidel inmortalizado en estatuas o bustos. Sí a Martí, sí al Che. Extraño para un régimen que se cataloga de totalitario, aunque es difícil para mi decir que no lo sea.
Hoy cobra vigencia una frase que José Martí escribió a su madre a los 18 años. (Eschuchar postcast)
Mírame, madre,
y por tu amor no llores,
si esclavo de mi edad y mis doctrinas,
tu mártir corazón llené de espinas,
piensa que nacen entre espinas flores.
Todavía no sé si las flores llegaron o llegarán…queda a su criterio…mi perplejidad nuevamente me encapsula…
Gracias mis amigos…